A la edad de 24 años, Orosmán Rozo se encontró a sí mismo con muchas preguntas sobre su propia existencia. Criado en una religión tradicional como todos los colombianos se dio cuenta que ante las pruebas de la vida le faltaba un soporte espiritual. La prueba que marcó su vida fue la muerte violenta de su padre por motivos políticos siendo él un adolescente. No podía aceptar cómo un Dios de amor que controla todas las cosas pudo permitir un crimen tan atroz. Así que, perdió la esperanza, no creyó más que la senda del bien era lo correcto y quedó confundido en un mar de inquietudes. Creyó encontrar esa fortaleza espiritual en otras creencias como la Nueva Era, el Gnosticismo, el yoga, etc. pero ninguno de ellos llenó el vacío de su alma.

Su esposa Myirian marcó un hito importante en su vida puesto que el matrimonio le mostró otras facetas de la realidad humana. Ella ha sido un soporte sin igual y le ha dado tres hijos. Indira, Esteban y Esmeralda. Por la Providencia de Dios fue puesto en contacto con un familiar que le proveyó una Biblia, además de otras personas que lo instruyeron en la fe de Cristo con una claridad que le permitió descubrir una nueva perspectiva de la vida cristiana. Jesucristo se hizo más real en su vida hasta el punto que vio un nuevo amanecer, una nueva esperanza, un nuevo propósito por el que valía la pena vivir.

A la edad de veintinueve años fue guiado por la iglesia para prepararse teológicamente, así que ingresó al Seminario Bautista Internacional en el año de 1981. Recién graduado regresó a Bogotá siendo invitado a pastorear la Iglesia Bautista del Norte que por ese tiempo estaba en su etapa inicial como congregación cristiana. Por la Gracia de Dios ha permanecido hasta el día de hoy como pastor ministrando a cientos de personas durante estos treinta y ocho años.

Durante estos años de ministerio pastoral el Señor lo ha guiado a permanecer firme en las doctrinas distintivas que han sido características de las iglesias bautistas en todo el mundo entendiendo que hay doctrinas y principios que no son negociables porque son bíblicos.